Tras varios años de impartir lecciones de programación como parte de su labor educativa en Villas Agrícolas, la Fundación Abriendo Camino decidió ir un paso más allá en su esfuerzo por cerrar la brecha digital y se propuso añadir a su oferta clases de robótica.

Claro que implementar un proyecto de esta naturaleza supone un costo muy elevado, admite la trabajadora social Johanna Hiciano, coordinadora general de la fundación. El precio de un robot educativo de pequeña escala, dice, oscila entre 1,000 y 1,200 dólares.

Aun así, la organización sin fines de lucro concursó para obtener el financiamiento que permitiera a los pequeños del vecindario, entre los cuales muchos ni siquiera tienen un laboratorio de informática en su escuela, acceder a un conocimiento que, en el país, suele estar más al alcance de estudiantes de clase alta y media alta.