El consumo de lo desechable viene marcado por la obsolescencia programada, por la vida útil calculada, de modo que ser zapatero remendón hoy día, por decirlo de un modo claro, es una insolente rebeldía.

Rebeldía ajena a los tiempos e insolencia que se salda con la quiebra o el cierre del negocio.

En el barrio Villa Flores, San Juan de la Maguana, se encuentra la zapatería «La Mejor».

Al frente del negocio, entre pegamentos, suelas, hilos y agujas está William de los Santos, nacido y criado en Quijá Quieta, en el mismo San Juan.

«Esto es una herencia de mi papá; yo veía de dónde era que dependía el dinero y de que manera él se lo ganaba; empecé aprender y él me decía hazlo así y yo ponía más de mi parte.»

Zapatería «La Mejor»  ha ido transformándose de ser un negocio del remiendo, de poner tapitas y clavar suelas, a una empresa de diseño y confección de zapatos.

Sin dejar de atender la reparación de una cartera, de una correa, el ajuste de un par de zapatos o de salvar de un traspié un par de tenis Jordan.

William entendió el ritmo de los tiempos, supo adaptarse, interpretar las señales que provenían del mercado, fue inteligente y no terco, transformó su modelo de negocio, sobrevivió mientras otros zapateros quebraron o tiraron la toalla y aquí está echando el pleito por La Mejor.

Desde el gobierno de Danilo Medina democratizamos el crédito y las compras públicas, valoramos a los micro, pequeños y medianos empresarios y zapateros como William que han decidido desde sus barrios innovar y trabajar honradamente.