Cuando sus dudas se unieron a las de otros que tras bastidores insinúan que debe retirarse, Priscilla Rivera se puso una dieta estricta y calladamente comenzó a trabajar horas extras para demostrar lo contrario.

“¡Co…(piiiiii), quién me dijo que yo no podía. Yo puedo!”?, se preguntó y contestó la orgullo de Villa Consuelo un resabio que la automotivó.

Luego de los entrenamientos con la selección tanto en la cancha como en el gimnasio, ella realiza ejercicios particulares de Crossfid y Kid Boxing a los fines de reducir al máximo los niveles de grasa en el cuerpo, de bajar peso y mejorar la flexibilidad.

Tan extenuada suele llegar a la casa, que a menudo queda rendida en el mueble.

Esas largas horas de trabajo las complementa con un dieta en la que los vegetales y carne blanca están en el primer, segundo y tercer planos. Lechuga con pechuga se ha posesionado como el plato oficial de Priscilla, a quien casi se le salen los ojos cuando contempla a su esposo Emilio Morales, a su hija Megan y a su madre degustando un buen bistec, mondongo o unas “paticas” de cerdo,

“En casa hay que preparar dos comidas. Una para ellos y otra para mí”, declara.

Recompensa
Los buenos resultados no han tardado en llegar. La veterana jugadora fue electa en mayo pasado como Jugadora Más Valiosa en el primer ensayo de la Liga de Voleibol Superior, premio que repitió en los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, donde la República Dominicana conquistó la medalla de oro por quinta ocasión consecutiva.

Lágrimas en los ojos y emociones encontradas la embargaban mientras recibía el galardón en su despedida de la cita regional, a la que acudió por primera vez en “Maracaibo 98”, año en el que ingresó a la selección nacional de mayores.

“Ese premio tiene un significado enorme porque prácticamente estoy culminando mi carrera”, resalta la salidora de seis pies de estatura, cuyo coraje y orgullo lo tiene a flor de piel.

“Fueron mis últimos Juegos Centroamericanos y retirarme de esa forma de esa competencia… imagínate yo estaba llorando”, puntualiza. Ella y la central Annerys Valdez son las decanas de “Las Reinas del Caribe” y únicas integrantes del equipo que conquistó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos en el 2003 que aún permanecen en el mismo.

Competencia
Un profuso relevo de jugadoras más altas y mejor formadas –así como los 34 años que cumplirá el 29 de diciembre– han dejado entreabierta las puertas de un indeseado retiro que habrá de ser honroso, pero retiro al fin.

“Yo me he propuesto estar aquí e intentar presentarme en el mejor nivel para mi país y para mi equipo”, declara esta guerrera, cuya agresividad y entrega en la cancha cautivan.

“Mi trabajo está hablando por mí”, enfatiza “Pri” . Y así quiere que ocurra hasta el 2020, fecha en que tiene pensado decir un adiós que ya no se ve lejos.

“Si Dios me lo permite, me da salud y continúo con los trabajos que estoy haciendo, pretendo estar ahí hasta Tokio, porque mi finalidad es culminar en los Juegos Olímpicos”, deja establecido.  “Ahora, sí entiendo que no le aporto al equipo, que físicamente no me encuentro, voy a ser la primera en recogerme”, adelanta Rivera, quien ha reforzado en Puerto Rico, España y Turquía.

“Pero, por el momento estoy aquí, me mantengo aquí y sigo trabajando para estar aquí”.