SAN CRISTOBAL.–  Una llamada telefónica ofertándole un producto o servicio casi gratis; una mercancía a precio especial, comprar sin contar bien lo que se recibe, puede convertirnos en otra de las víctimas de la cultura de la estafa o el engaño, práctica común en casi todos los niveles.

Pero donde la situación empeora es al momento de comprar o contratar cualquier tipo de producto o servicio, ya que los fraudes, engaños o robos, o como quiera usted llamarlo, están a la orden del día.

En República Dominicana la informalidad no es más que una respuesta de los sectores de menos ingresos a la poca capacidad de la economía formal de generar empleos. Y esta informalidad crea una falta de regulación en la venta de muchos productos y servicios que en muchas ocasiones se traduce en estafa a los consumidores.

“Aquí estamos sumidos en la cultura del engaño. Si manda a un motoconchista a comprar 700 pesos de gas. Es casi seguro que solo le echará 500 o 600 pesos, pero igual deberá pagarle de 100 a 150 pesos por su servicio. Hay personas que uno pone a hacerle alguna reparación en la casa. Te quedan mal y te cobran mucho”, afirmó Juan María Gutiérrez, profesor pensionado.

Pequeños negocios de venta de ropa nueva o usada, ventorrillos, colmados, cafeterías, talleres de fabricación y reparación de artículos, vendedores callejeros, buhoneros, entre otros, son comercios sin ningún tipo de regulación fiscal, sanitaria o municipal en donde la estafa al consumidor es la norma.

“Las voces populares, en su murmurar cotidiano registran el engaño desde los primeros días de la colonia, cuando dicen que los conquistadores entregaban espejos a los aborígenes a cambio de oro”, expresó Jesús María Díaz Segura, director del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

También, según el catedrático, se ve claro que la práctica del engaño antes como ahora sigue un norte y es la de sacar ventaja del otro, teniendo una clara conciencia el victimario, tanto de la ignorancia de la víctima, como de la ventaja que obtiene y el riesgo que corre.

Colmados

Los colmados siempre han sido los negocios con una vinculación más directa con la ciudadanía ya que en un sector o barrio puede haber varios de estos establecimientos comerciales donde los clientes son muy conocidos por vivir en el entorno.

En muchos colmados algunos empleados incurren en engaños hacia sus clientes en procura de maximizar sus beneficios. Todo comienza con el aumento de los precios de muchos artículos que van desde $5.00 hasta $100.00.

Pero no solo el precio es aumentado, también son arregladas las balanzas para dar menos cantidad en los productos pesados. Es decir, una libra (16 onzas) de cualquier producto, granos o cereales pesados en una aparato “arreglado” termina solo teniendo de 12 a 14 onzas.

Cuatro, tres o dos onzas menos en algunos artículos no serían tan significativos, dependiendo de la cantidad y el precio, pero en algunos de mayor precio como azúcar, queso, salami, chuletas, entre otro causan un enorme daño a la economía de un hogar.

Algunos colmados y almacenes mezclan el arroz selecto con el superior, y como resultado tendrán dos sacos del selecto. Al por mayor se sabe de algunas factorías que mezclan el cereal con algo de arena para incrementar su peso.

Otras formas de estafa al consumidor de parte de muchos comerciantes es cuando suman, devuelven y anotan. Cuando suman alteran lo consumido. Al devolver en ocasiones dan de menos y cuando anotan siempre ponen unos pesos de más.

Es bueno destacar que muchas de estos fraudes son realizados por el descuido de las personas que no se detienen a analizar lo que han comprado y lo que le han cobrado y devuelto.

Mercados

En los mercados se vive un ambiente hostil en el sentido del engaño, ya que la venta de productos es casi siempre pesada y contada en grandes cantidades. Un quintal de cualquier tipo de víveres debe ser 100 libras, pero variará su pesaje dependiendo donde se compre y existe la posibilidad que al final se vaya con sólo 85 0 90 libras.

Al comprar productos por unidades o docenas es una tarea de mucha habilidad para no llegar al hogar con menos productos. Los mercaderes son excelentes contadores en poco tiempo y con mucha rapidez. Delante de sus ojos pueden contarle 100 unidades y llegar a su casa con sólo 90.

Vendedores callejeros

Posiblemente este sea el renglón de los comercios informales de mayor crecimiento en los últimos tiempos. No es extraño ver pequeñas y medianas camionetas estacionadas en las vías del Gran Santo Domingo vendiendo todo tipo de víveres, vegetales y frutas; y engañando a los compradores en el conteo y pesaje de la mercancías.

Comprar diez libras de papa y luego darse cuenta que solo hay ocho; pedir 20 plátanos o guineos y que solo le entreguen 15 0 16, o percatarse de que de una docena de chinola solo llegaron nueve, o diez es algo común en este tipo de transacción.

En los productos que se comprar por lata, como lo son las guayabas, cerezas, limones etc. el hurto es el siguiente: dentro de las latas hay cartones para disminuir la capacidad del envase; también las latas son alteradas con abolladuras o cortadas y unidas otra vez.

Talleres de reparación

Talleres de reparación no importa si es de autos, celulares, electrodomésticos o muebles, igual muchos están atendidos por personas que tienen toda la intención de una u otra manera estafar a los clientes.

En estos tipos de negocios, el fraude comienza con el diagnóstico que se le hace al vehículo, electrodoméstico o equipo a chequear para su reparación. En asuntos de aparatos eléctricos o tecnológicos, en gran parte de los casos todo se resuelve con la sustitución de un fusible. Pero esto nunca se comunica para notificar otra cosa al usuario.

Cientos de personas son estafadas por mecánicos que diagnostican un desperfecto a un vehículo al cual hay que comprarle una pieza. La avería no tenía nada que ver con la pieza comprada, pero esta será usada en otro vehículo que sí la necesitaba. Algunos reparadores tienen su propio depósito de piezas dañadas para luego hacerle creer al cliente que le pertenece al vehículo que se repara.

En los cambios de aceite en ocasiones si el cliente se descuida, de cinco o seis cuartos del líquido que será cambiado al motor del vehiculo, solo se le echan cuatro o cinco, y se le deja el filtro viejo que se factura como nuevo.

Llevar a reparar cualquier dispositivo tecnológico o electrodoméstico es una aventura de sumo cuidado ya que los análisis del problema variarán tanto en la identificación del problema como en el precio total de reparación. Es bien sabido que algunos de estos centros incurren en el cambio de piezas de mejor calidad por otras de las denominadas “carabelitas”.

Un ejemplo

Para citar un ejemplo una computadora, que sin ningún motivo un día no encendió es llevada a un técnico que comunica al cliente que el aparato no quiere “subir” por que tiene la memoria dañada y hay que comprarla. El cliente decide llevarla a un pariente que tiene conocimiento de reparación.

Este retira la memoria, la limpia y la vuelve a poner. La máquina funciona al instante. El aparato no funcionaba porque la memoria estaba floja o sucia. Eso era todo. Como quiera el cliente pagó trescientos pesos por el chequeo.

“Muy a pesar de lo anterior, pienso que el hecho de que exista la práctica del engaño en diferentes sectores de la sociedad, no convierte el engaño en una característica que identifica la dominicanidad”, sostiene el sociólogo Jesús María Díaz Segura.

Comercio formal

En República Dominicana en donde la corrupción y la impunidad parece van de las manos en muchas grandes empresas públicas, privadas o mixtas (tendas de ropa, supermercados, dealers de carros, hoteles, restaurantes, etc.) también incurren muchas veces en algún tipo de fraude en perjuicio de los usuarios.

Los reclamos a las empresas distribuidoras de electricidad que facturan tanto a los usuarios como al Estado por cobrarle una cantidad de kilovatios de energía que no han servido es común en este país. El Gobierno debe pagar a algunas empresas que le venden energía, aunque las plantas estén apagadas, y los usuarios pagan los apagones.

Miles de quejas anualmente recibe el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor), lo que evidencia el sentir de una gran parte de la población que se siente inconforme por los servicios o productos comprados.

El Centro de Asistencia al Usuario (CAU) del Indotel, en 2016 recibió un total de 16 884 reclamaciones relacionadas única y exclusivamente al sector de las telecomunicaciones. Ya en lo que va de este año las denuncias suman 18 335. Elevada facturación por el servicio, cancelación, cargo de penalidad, averías y calidad son los reclamos más frecuentes.

Pro Consumidor mediante la unidad de Atención al Consumidor recibió un total de 14 735 casos entre denuncias, reclamaciones y orientaciones por vulnerabilidades en el mercado de bienes y de servicios durante los 12 meses de 2016. En lo que va de este año 2017, de enero a septiembre se han procesado ya unas 17 686 operaciones del mismo tipo.

Un punte

Paradoja

Los pequeños negocios informales, vendedores callejeros y buhoneros roban muchas veces a sus clientes y este robo ni los hace ricos, ni perjudica mucho a las víctimas porque el engaño no es organizado ni continuo; sin embargo la estafa de los grandes negocios los hace mucho más ricos y perjudica notablemente a los clientes por lo organizado y continuo de ese sistema.

El dato

Engañar o mentir
Existe una diferencia bien marcada entre engañar y mentir. Mentir es decir o afirmar lo que no es verdad con la intención de engañar; mientras que engañar es hacer creer las mentiras, o alterar la realidad de una acción para obtener un beneficio.