Se las pasa haciendo mandados de un lado a otro en el Ensanche Quisqueya. Precisamente, en uno de esos compromisos fue que el equipo de LISTÍN DIARIO lo encontró el día pautado para la entrevista. “Míralo ahí, ese es él”. Alejandro se detiene y, en efecto, era Joaquín Andrés Campusano Sosa, conocido por todos en el sector, como Papo o el ‘hombre de la verruga’.

Era fácil darse cuenta que el protagonista de esta historia era quien caminaba por la Paseo de Los Locutores rumbo a entregar uno de los encargos asignados. Bastó con mirarlo a poca distancia para notar que, en efecto, su cara y sus brazos están repletos de verrugas.

“Ah, son ustedes, esperen un momento, tengo que subir al segundo piso a entregar esto y bajo de una vez”. Duró unos buenos minutos hasta el punto de creer que se había arrepentido de contar cómo ha sido su vida viendo cómo las verrugas se multiplican sin detenerse.

Contrario a lo que se creía, Papo bajó. La funda de basura en sus manos dejó claro que la demora se debía a que esperaba para hacer otro de los tantos mandados que realiza día a día en el edificio donde lleva 40 años trabajando.

Inmediatamente, se dirigió al zafacón y colocó la bolsa. “Ahora sí”, dijo ‘el hombre de las verrugas’ como le llaman algunos que no saben su nombre. “Bueno, desde los 16 años vivo con esto. Ahí fue que me comenzaron a salir”. Eso respondió a la pregunta de que si las tiene desde pequeño.

Aunque al parecer, Papo es de mucho trabajar, pero de muy poco hablar. Había que sacarle las palabras casi con “cucharita”. ¿Pero le prestaron atención médica desde que le comenzaron a salir? “Claro, mi mamá me llevó al médico y me ponían tratamiento, pero me seguían saliendo”. Esa fue la escueta respuesta del hombre que siendo un ‘teenager’ se enfrentaba a un problema estético que podía comprometer también sus emociones.

Al parecer fue así. La respuesta siguiente puede darle una idea. “Yo no tengo esposa y no tuve hijos para que no salieran como yo”. Eso fue lo que contestó respecto a si era papá. Su corta expresión dolió, aunque al parecer ya él se acostumbró a los efectos de esta decisión. No se inmutó al decirlo.

 

No tiene dolor físico, solo molestia cuando suda

Papo asegura que las verrugas no le duelen. “Me molestan mucho cuando sudo y mi hermana me compra una crema para que se me quite la picazón”. Al dar este dato recuerda que hay algunas que le afectan. “Bueno, la grande que tengo en el ojo, sí es incómoda porque no veo bien. Yo tenía otra en el ojo derecho y me la quitaron, pero esta no. Creo que no me la podrán quitar porque al parecer está muy pegada al ojo”. A pesar de que tiene esta información, no se enojaría si encuentra a un buen especialista que quiera ayudarlo a corregir este problema que puede llegar a confundirse con la viruela del mono.

Jorge Crespo, dueño del edificio donde Papo hace los mandados, y con quien tiene 40 años trabajando, corrobora lo que cuenta el dueño de esta historia. “Nosotros como comunidad, porque por aquí es que él se la pasa, hemos tratado de ayudarlo, y por eso le quitaron una verruga grande que tenía en el otro ojo, pero no se ha podido extirpar la otra. Ojalá haya alguien que lo ayude a deshacerse de todas esas verrugas”. Lo contó dejando ver el afecto que siente por quien le ha servido por cuatro décadas.

 

Papo quiere que le ayuden a deshacerse de sus verrugas

Donde trabaja Joaquín Andrés Campusano Sosa, mejor conocido como Papo, también hay una ferretería. Con los reporteros se dirige hacia esa área y, donde están los blocks apilados, se detiene. Se acora de ellos y, con su mirada siempre triste, continúa dando datos de su vida en medio de una situación de salud que, aunque sea estética, le ha afectado sus emociones desde los 16 años.

¿Y por qué es que usted es tan ‘tacaño’ para dar una sonrisa? “No, yo me río”. Lo demostró de manera fugaz. “Está bien, cuente ahora sobre su familia”. “Como le dije, no tengo esposa y no tuve hijos. Tengo seis hermanos de madre, y de los que tengo por parte de padre, perdí la cuenta”. En esta ocasión vuelve a dejar salir una leve expresión graciosa.

La sonrisa se perdió tan rápido como su deseo de hablar. Esto muestra que, aunque dice que se siente bien, que ya está acostumbrado a vivir así, en el fondo no es tan natural como lo quiere pintar. ¿Si alguien le dice que pida un único deseo y que éste se le cumplirá, qué pediría? “Na’, seguir así”. ¿Seguro? “Digo, me gustaría eso, que se me quiten las verrugas”. Esta era la respuesta que se esperaba desde el principio, pero que, por su timidez y su silencio, se negaba a revelar.

“Me gustaría que me quiten, aunque sea la grande del ojo, porque es incómoda, pero como le expliqué, dicen que está como pegada de algo, que, si me la operan, puede que se me dañe el ojo. No sé bien, pero sí me gustaría”. En esta ocasión fue más abierto, inclusive, se levantó la camisa para dejar ver la inmensa cantidad de verrugas que cubren su barriga. “Y así tengo el cuerpo entero”. Si no es fácil verlas, cómo será tenerlas…

A Papo hay algo que lo consuela. Es el hecho de que conoce a alguien en el sector de Herrera, donde vive, que también comparte su cuerpo con un gran grupo de verrugas y, que, como él, no le ha encontrado solución. “Hay unas cuantas personas que las tienen”. Se da ánimo.

 

La viruela del mono

Papo le cuenta al equipo de LISTÍN DIARIO que no ha notado que la gente que no lo conoce le huya cuando lo ve con tantas verrugas, en estos momentos en que se habla de casos de la viruela del mono, algunos ya registrados en República Dominicana.

En cambio, puede que las personas no se alejen, porque por lo que pudo notarse, es él el que le anda de lejitos a quienes no conoce. Sin darse cuenta o tal vez de forma intencional, mantiene cierta distancia y cuando te le acercas, puedes notar que se retira cabizbajo el hombre que, de sus 63 años de vida, lleva 47 con ellas, y se ha abstenido de formar una familia por miedo a que también resulten afectados con esta enfermedad.

 

Voz experta

Para conocer un poco más sobre la enfermedad que padece Papo, este medio consultó a la dermatóloga Luisanna Pérez, quien las definió como lesiones epidérmicas benignas y frecuentes, causadas por una infección, específicamente por el virus del Papiloma Humano

“La ‘dermatosis papulosis nigra’ como llamamos a las verrugas, son pápulas múltiples hiperpigmentadas, que aparecen principalmente en cara, cuello y espalda. Se ve más frecuente en personas de raza negra y las mujeres tienen mayor predisposición a presentarla”, explica la especialista formada en Cuba.

Sobre las causas, Pérez comenta que, aunque se desconocen, hay quienes afirman que es algo hereditario. “Pueden aparecer en la adolescencia y aumentar en número y tamaño con el pasar de los años. Estas se extirpan por afeitado y electrodesecación”.