Eran más de un millón de personas y todos buscaban lo mismo: mejoras sociales en Chile.

Algunos ondeaban banderas del país. Otros hacían sonar pitos. Miles mostraban ayer carteles y también había quien golpeaba ollas y sartenes para hacer sonar su sentir.

En lo que fueron horas de un virtual carnaval, se vio a algunos con disfraces del dibujo animado Picachú y de un tiranosaurio Rex.

De norte a sur, las protestan pacíficas hacían eco entre sí en el octavo día de marchas contra el gobierno de Sebastián Piñera, que han dejado al menos 19 muertos.

La concentración en la plaza principal de Santiago fue inédita. La intendenta –gobernadora– Karla Rubilar, al finalizar la marcha cifró los manifestantes en más de 1,2 millones de personas. «Aquí está marchando todo Chile, son diferentes dolores, con diferentes tristezas, pero con mucha esperanza», declaró.

«La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza. Todos hemos escuchado el mensaje. Todos hemos cambiado», tuiteó por la noche el mandatario.

En la capital chilena se observaban adultos mayores, jóvenes, padres con sus hijos, estudiantes, profesionales y obreros que empezaron a retirarse cuando cayó la noche, momentos en que pequeños grupos trataron de acercarse al palacio de gobierno y fueron rechazados con bombas lacrimógenas y chorros de agua.

Encapuchados levantaron barricadas encendidas a unas dos cuadras del corazón de la manifestación, apedrearon ventanas y a los policía antimotines, que empezó a usar balines de goma para dispersarlos.

El regreso a casa era difícil porque el subterráneo fue destruido parcialmente tras el estallido de violentas protestas que siguieron a las manifestaciones de estudiantes que rechazaron un alza tarifaria en el metro. Tampoco había transporte público en una ciudad en estado de emergencia, al igual que la mayor parte del país.

El toque de en esta urbe de siete millones de personas fue retrasado en una hora, a las once de la noche. En ciudades del interior también fue retrasado.

Los manifestantes expresan demandas de mejores salarios, jubilaciones y educación, expresadas por una masa sin voceros ni organización aparente.

La analista Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, dijo a The Associated Press dijo que la magnitud es inédita, nunca vista durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) ni desde el restablecimiento de la democracia.

Más temprano, en el vecino puerto de Valparaíso fue evacuado el Congreso chileno, por primera vez desde que se reabrió en 1990 tras el fin de la sangrienta dictadura que dejó más de 40.000 víctimas, incluidos 3.069 asesinados.

La evacuación se produjo luego que centenares de manifestantes intentaron pasar su perímetro de seguridad por lo que fueron violentamente reprimidos, mientras encapuchados apedrearon a los policías y levantaron barricadas.

La víspera el Congreso aprobó un proyecto de ley que rebaja las tarifas eléctricas y fue enviado por Piñera, quien firmó el viernes una nueva iniciativa para mejorar levemente las pensiones de los más pobres. No obstante, estas medidas no han logrado frenar las protestas.

En Valparaíso se reunieron casi 100.000 personas.

Para algunos analistas, el panorama podría complicarse aún más. «Después de lo que hoy vimos en las calles de Santiago, es difícil imaginar una salida que no involucre la renuncia de Piñera y nuevas elecciones», dijo la AP la académica Jenny Pribble, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Richmond, Estados Unidos.

Un paro de camioneros y de medio centenar de recorridos del transporte público complicaba la situación de la periferia sur de Santiago.

Los camiones circularon el viernes lentamente por la ruta que une a este largo país –de 4.300 con kilómetros de largo y en promedio 180 de ancho– en una protesta a la que se sumaron automovilistas y motociclistas que ondeaban banderas chilenas y letreros que decían «No+TAG», un peaje que se paga en autopistas y carreteras construidas por privados.

En las autopistas de la capital chilena, los automovilistas pagan en promedio entre 35 y 130 dólares mensuales, dependiendo del uso. Los camiones pagan valores muy superiores por sus largos trayectos.

El subterráneo movía a 2,4 millones de personas a diario en sus seis líneas. El viernes sólo funcionaba el 39% de sus estaciones. Las autoridades estiman que volverá a estar totalmente operativo en casi un año.

En la ciudad unos 4.000 autobuses reforzaron el transporte después del estallido social que siguió a las protestas de los estudiantes por un alza en las tarifas del metro y que derivaron en violentos saqueos e incendios de supermercados, farmacias, grandes tiendas y pequeños comercios, seguidos de multitudinarias manifestaciones en todo el país, que tiene a 12 de sus 16 regiones en estado de emergencia y con toque de queda.

La agenda social anunciada a mitad de semana por Piñera incluye un aumento del 20% en las pensiones y del 16% en los ingresos mínimos, proyectos para rebajar los precios de los medicamentos -que en Chile son de los más altos en la región-, y rebajas en los ingresos de los parlamentarios, que reciben hasta 14.000 dólares mensuales.

El viernes el mandatario firmó un proyecto que dispone un alza de 30 dólares a las pensiones de los más desposeídos que promedian los 150 dólares y que favorecerá a unas 600.000 personas. Los adultos mayores en Chile superan los dos millones de los 18 millones de habitantes.

La mayoría de los chilenos gana de 400.000 a 500.000 pesos (entre 562 y 762 dólares), que no cubren las necesidades básicas.

Lagos, la directora de Latinobarómetro, dijo a la AP que «esta crisis se soluciona con política, no con una lista de supermercado de políticas sociales». Añadió que «los fondos no están, por eso no se puede hacer sino que política, aquí tiene que haber un liderazgo que entregue una agenda distinta, con caras distintas, que sean creíbles… y que sean capaces de interpretar y conducir a la población».

Muchas de las manifestaciones han sido fuertemente reprimidas y aumentan las denuncias de abusos por parte de la policía.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, anunció la víspera que enviará a Chile una comisión para examinar las denuncias de violaciones a los derechos humanos después que Piñera la invitó a visitar el país. Sus representantes son esperados el lunes en Santiago.

En tanto, Amnistía Internacional anunció el viernes el envío de un equipo para documentar «las graves violaciones a los derechos humanos y posibles crímenes de derecho internacional que se están cometiendo por agentes del Estado», dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de esa organización.