Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro movilizaron a miles de seguidores en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, antes de medir sus fuerzas este domingo en la electrizante primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Al tiempo que ambos candidatos quemaban sus últimos cartuchos, el Instituto Datafolha publicó su último sondeo: Lula mantiene 48% de los apoyos, mientras que Bolsonaro aparece con 34%, el mismo resultado que la encuesta anterior.

Si se consideran solo los votos válidos (sin blancos ni nulos), el exmandatario izquierdista obtiene 50%, porcentaje que le permitiría vencer sin necesidad de una segunda vuelta, y Bolsonaro, que busca la reelección, 36%.

Lula, de 76 años, manifestó el sábado su confianza en que la elección se resuelva este domingo y prometió que su eventual triunfo servirá para «recuperar el derecho de este pueblo a ser feliz».

El exsindicalista lideró en la mañana una «marcha de la victoria» al recorrer una arteria cercana a la emblemática Avenida Paulista, escenario de las grandes manifestaciones en la megalópolis.

Fue acompañado por miles de personas que ondearon banderas variopintas de centrales sindicales, colectivos LGBTI, grupos de negros y feministas, pero principalmente las rojas de su Partido de los Trabajadores.

Desde temprano, sus seguidores ambientaron su llegada con vítores de «¡Brasil, urgente, Lula presidente!» y «¡Jair, hora de salir!», esperanzados en que el izquierdista gane la presidencia en la primera vuelta.

«Tengo esperanza de que (eso) ocurra», expresó Ully Kotler, profesora de 29 años. «¿El resumen del gobierno de Bolsonaro? Una tragedia completa».

A unos cinco kilómetros de allí, Bolsonaro, de 67 años, chaqueta negra y sin casco, encabezó una caravana en moto hasta el Parque Ibirapuera, pulmón verde de Sao Paulo, donde lo aguardaban miles de simpatizantes. A lo largo de la vía, vestían camisetas amarillas y verdes y ondeaban banderas de Brasil, aplaudían, pitaban y pedían selfies con el mandatario.

«¡Lula ladrón, tu lugar es la prisión!», gritaron los bolsonaristas mientras el presidente cargaba una bolsa con una foto de su rival tras las rejas.

El ultraderechista tilda constantemente a Lula de «ladrón» y «expresidiario» al recordar su condena por corrupción, que luego fue anulada por la corte suprema.

El presidente de extrema derecha ha recorrido varias ciudades del país sobre dos ruedas con sus seguidores y el domingo realizó un último desfile en Joinville, en el estado de Santa Catarina (sureste), donde la multitud lo saludó gritando su apodo, «Mito».

Bolsonaro recibió además este sábado el apoyo de representantes de la ultraderecha mundial, especialmente del primer ministro húngaro, Viktor Orban, quien lo consideró un «líder excepcional».

«Tengo miedo de entrar en la izquierda sudamericana y que terminemos como Argentina, Chile o Venezuela» y «se estropee todo», dijo Rodrigo Colombine, comerciante de 47 años que acompañó la caravana en Sao Paulo en su auto. «Me gusta Bolsonaro, pero más que nada soy antilula».

La carrera electoral tuvo este año un incremento de la s