Los virus crAssphage —unos fagos que infectan bacterias del tracto intestinal humano y que se describieron por primera vez en 2014— están distribuidos por la tercera parte de todos los países del mundo y varían genéticamente según la región geográfica. Así se desprende de un artículo publicado en la revista Nature Microbiology en el que participan los investigadores Maite Muniesa, Joan Jofre y Cristina Garcia Aljaro, del Grupo de Investigación Microbiología de Aguas Relacionadas con la Salud (MARS) de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (Catalunya, España)

 

Este grupo de virus —uno de los más prevalentes en la población mundial— ha evolucionado durante millones de años a lo largo del linaje evolutivo de la especie humana, subraya este estudio internacional que ha dirigido el experto Rob Edwards, de la Universidad Estatal de San Diego en California (Estados Unidos).

 

El nuevo trabajo analiza la presencia de los fagos crAssphage en muestras fecales humanas, aguas residuales y metagenoma de la microbiota intestinal de adultos y niños de países de todo el mundo. Participan en el estudio un total de 115 investigadores de 75 países, entre los que destacan expertos de la UB, la UAB y la Universidad de Alicante en el ámbito nacional. «Estamos en deuda con todos los colaboradores de todo el mundo que nos han ayudado a explorar la diversidad global única de este virus. Esta es una primicia mundial en cuanto al alcance global y a la naturaleza del proyecto», remarca el investigador Rob Edwards.

 

Los virus crAssphage son un grupo de virus que infectan algunas especies del género Bacteroides, unas bacterias anaeróbicas abundantes en la microbiota del tracto digestivo de humanos y otros organismos. A pesar de su amplia distribución mundial, estos fagos no pudieron ser identificados hasta el año 2014.

 

«Los crAssphage no son virus que se puedan aislar de forma libre y no generan manchas de lisis cuando se cultivan en placas de Petri en el laboratorio. Por eso, solo se pudieron detectar en 2014 mediante técnicas de metagenómica», comenta la profesora Maite Muniesa, del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la UB.