Los cigarrillos ‘light’ aumentan el riesgo de desarrollar adenocarcinomas de pulmón pese a ser considerados menos agresivos que los cigarrillos normales.

Estos cigarrillos se diferencian de los normales en que llevan incorporados en sus filtros pequeños agujeros que tienen el objetivo, según los fabricantes, de reducir los niveles de alquitrán, de nicotina y de otras substancias cancerígenas que se inhalan, declara un estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) y publicado el lunes en la revista Journal of the National Cancer Institute.

“Las compañías tabacaleras han vuelto a engañar a los médicos y a los fumadores haciéndoles creer que este tipo de cigarrillos no son tan perjudiciales para la salud. Los datos obtenidos muestran que existe una clara relación directa entre estos cigarrillos ventilados y las epidemias de adenocarcinomas de las últimas dos décadas”, explicó Peter Shields, investigador de la Universidad Estatal de Ohio.

El estudio sugiere que la ventilación en los filtros altera la manera en la que se combustiona el tabaco y produce más cancerígenos, mitáginos y otras toxinas, aumenta la cantidad de humo inhalado para poder mantener los mismos niveles de nicotina y produce una falsa sensación de representar un menor riesgo para la salud.

“Estos filtros cambian la forma en que el tabaco se combustiona y producen más cancerígenos. Los fumadores fuman durante más tiempo y más a menudo, lo que hace que el humo llegue a las zonas más profundas del pulmón, que es donde, por lo general, se desarrollan los adenocarcinomas”, alertó Shields.

Los datos de los que dispuso y analizó el equipo de Shields fueron recogidos por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos y por otros grupos de científicos desde mediados de la década de 1960, cuando estos cigarrillos comenzaron a ponerse a la venta. La investigación también tuvo acceso a las estadísticas internas y a los estudios de las compañías tabacaleras, lo que amplió la base de datos de los científicos hasta un total de más de 3000 publicaciones y documentos.

El estudio defiende que, puesto que las evidencias sugieren que este tipo de filtros son un riesgo para la salud pública, las agencias reguladoras deberían considerar regular su uso e incluso prohibirlos.