El abogado del director asegura que Samantha Geimer «está cansada» y quiere que termine el caso.

Samantha Geimer, la mujer violada por el cineasta Roman Polanski hace décadas —cuando era una adolescente— tiene previsto comparecer ante un juez de Los Ángeles para pedir que cierre el caso, según ha anunciado Harland Braun, abogado del director, de 83 años, a la agencia France Presse. «Está cansada de este caso que lleva ya 40 años», ha dicho Braun, los mismos años que el realizador no ha podido pisar suelo estadounidense por miedo a ser detenido. «Quiere que termine» y «piensa que puede ayudar», ha añadido. El juez tendrá que decidir ahora si toma en consideración la solicitud de Geimer. Una corte de apelaciones rechazó una petición similar que hizo en 2010.

El director de El Pianista, por el que ganó un Óscar, fue acusado de drogar y violar a Geimer en 1977, en la casa de Los Ángeles del actor Jack Nicholson. Polanski se declaró culpable de «relaciones sexuales ilegales» en un acuerdo con la fiscalía, que tumbó otros cargos más graves, y salió bajo fianza de la cárcel, donde pasó 42 días. Pero en 1978, convencido de que el juez no iba a reconocer el acuerdo e iba a acabar enviándolo a la cárcel durante décadas, huyó a Francia. Desde entonces, nunca ha regresado a EE UU y tiene intención de seguir así hasta que no reciba garantías de que no irá más tiempo a prisión.

«Lo que Polanski enfrenta, si regresa a Los Ángeles, es un sistema legal deshonesto que ignora los hechos y la ley, e intenta impresionar y demostrar al público que es duro con el crimen», escribió el abogado en uno de sus recursos.

Roman Polanski, en los juzgados de Santa Mónica en agosto de 1977 tras se acusado de violar a Geimer.
Roman Polanski, en los juzgados de Santa Mónica en agosto de 1977 tras se acusado de violar a Geimer. AP

Geimer, que ha apoyado por un largo tiempo los esfuerzos de Polanski por poner un fin a este caso y poder seguir con su vida, escribió una carta a la corte a principios de este año, en la que acusó a los fiscales de estar más interesados en sus carreras que en resolver el asunto. «Los casos de celebridades no deberían ser usados por alguien como ustedes que buscan un poco de fama y avance en la carrera», dijo en un escrito destinado a la fiscal general del condado de Los Ángeles, Jackie Lacey, y su adjunta, Michele Hanisee. «Ustedes y los que vinieron antes nunca me protegieron, me trataron con desprecio, usando un crimen cometido contra mí para promover sus propias carreras», zanjó entonces. Ella también ha contado su historia en un libro.

La carrera de Polanski —casado con la actriz francesa Emmanuelle Seigner, con quien tiene dos hijos— continuó en Francia, donde muchos lo consideran un icono. Sin embargo, la sombra de este caso de hace décadas le persigue y en enero lo forzó, por ejemplo, a abandonar sus planes de presidir los Premios César, equivalente a los Óscars, presionado por grupos feministas y la ministra de Derechos de la Mujer. Cuando vivía en Estados Unidos, Polanski estaba casado con la actriz Sharon Tate, asesinada en 1969 por miembros de la «familia de Charles Manson» embarazada de ocho meses.