La minería de oro a pequeña escala en la Amazonía peruana representa un peligro para la salud no solo para los mineros sino también para las comunidades vecinas. Contrariamente a la suposición de que las comunidades más cercanas a la minería son las más afectadas, un nuevo estudio apunta que las exposiciones más altas al mercurio ocurren en comunidades nativas a cientos de kilómetros de distancia de la minería.

 

Los hallazgos forman parte de una serie de estudios realizados por científicos de la Universidad de Duke (Estados Unidos) en la Reserva Comunal Amarakaeri, en la región de Madre De Dios de Perú, y en sus alrededores. Los resultados se han publicado en un par de artículos recientes en las revistas ‘GeoHealth’ y ‘Journal of Exposure Science and Environmental Epidemiology’.

 

Los mineros de oro artesanales y de pequeña escala en la Amazonia peruana usan mercurio líquido para extraer oro de suelos y sedimentos. El mercurio se une al oro para formar una amalgama. El oro se extrae después al quemar, creando mercurio gaseoso que ingresa a la atmósfera. El resto del mercurio termina siendo arrojado al suelo, que es devastado y erosionado por la minería. También se sabe que algunos mineros vierten el exceso de mercurio directamente en las aguas superficiales.

 

A medida que el mercurio viaja y se mezcla con el medio ambiente, se convierte en metilmercurio, que es más fácilmente absorbido por los animales y tiende a ‘bioacumularse’ o acumularse en los tejidos, y luego a ‘biomagnificarse’ a medida que los peces más grandes comen peces pequeños contaminados.

 

El mercurio es un metal neurotóxico que puede provocar debilidad muscular y problemas de coordinación en las personas en dosis altas, y retraso del desarrollo neurológico, hiperactividad y déficit de coeficiente intelectual (CI) en dosis más bajas.