PUERTO RICO – Las compañeras de trabajo de Jeanette Mojica Rivera, la joven madre de 34 años cuyo cadáver fue encontrado el miércoles, luego de que su hijo confesara que la asesinó a puñaladas y luego la arrojó a un pastizal en el barrio Campo Rico en Canóvanas, todavía no salen de su asombro, más que nada porque haya sido su propio hijo quien cometió el vil crimen.

Jeanette Mojica Rivera daba todo por su hijo, el que acusan de matarla a puñaladas. “Ella era madre soltera porque el padre del niño falleció. Echó a su hijo hacia adelante con mucho esfuerzo…», dijo una conocida

La víctima laboraba en el Laboratorio Clínico Chegar II, en Canóvanas, donde el martes reinaba la incredulidad ante el macabro hallazgo del cuerpo amortajado y en estado de descomposición de su excompañera de labores.

“Nos sorprendió… Nos sorprendió el hecho de que haya sido su hijo, ya que era una relación muy linda entre madre e hijo. Ella trabajaba para su hijo, ella se daba a su hijo. Ella estudió, se preparó y salió adelante para su hijo. Igual él con su mamá no quería cuenta. No sé qué pasó ahí, qué lo hizo llegar a estar donde está”, comentó una portavoz del laboratorio, quien prefirió no ser identificada.

Según la compañera de trabajo de Jeanette, en el laboratorio nunca notaron que tuviera problemas con su hijo; todo lo contrario, profesaban una relación de amor que, alega, era recíproca.

“No se vio nunca nada. Al contrario… Ella siempre con su hijo para aquí, su hijo para allá. Igual él con su mamá, siempre pendiente a su mamá. Era una relación muy linda”, aseguró la empleada, quien resaltó el esfuerzo que había hecho Jeanette para sacar al menor adelante.

“Ella era madre soltera porque el padre del niño falleció. Echó a su hijo hacia adelante con mucho esfuerzo… una guerrera. Era una muchacha que se daba a querer y era todo para su hijo”, reiteró la entrevistada.

En cuanto a su trabajo, la allegada aseguró que Jeanette era el alma del laboratorio, donde logró la simpatía tanto de sus compañeras de labores como de los pacientes que se atienden en el lugar.

“Era una compañera excepcional, alegre siempre. Ella era la chispa del laboratorio. Los pacientes la querían mucho por su carisma y su jovialidad. Era muy puntual, responsable y siempre dada a cooperar con nosotros los compañeros. ¿Qué puedo decir? ¡Excepcional!”, dijo con gran tristeza.

Desde el mismo martes 28 de mayo, cuando se supone que Jeanette fuese a trabajar, luego del receso del fin de semana largo de “Memorial Day”, sus compañeras de trabajo la echaron de menos. Según indican, intentaron comunicarse con ella, pero no recibieron respuesta. Al pasar los días sabían que algo malo había ocurrido, pues Jeanette era muy responsable.

“Se llamó, la llamamos todos. Intentamos comunicarnos, pero nunca hubo una respuesta. A su mamá se le comunicó que si sabía de ella, pero más de ahí… Todos los días era esperando una respuesta. Pensábamos siempre que algo le tenía que pasar porque ella no era así, era muy puntual y responsable. De llegar tarde eso era… ‘mira, perdonen que estoy tarde, voy por ahí… Me surgió algo con el carro’. Decíamos: ‘algo está pasando’… Es muy lamentable”, dijo consternada su compañera de trabajo.

Jeanette y su hijo fueron reportados desaparecidos desde el 27 de mayo por un familiar, pero no fue hasta el 11 de junio que la Policía lo informó. El miércoles, el menor se entregó y confesó los hechos.

Ayer en la tarde, la fiscal Yanira Colón y del Procurador de Menores Rafael Rivero no habían determinado si lo procesarían como menor o adulto. Mientras, los investigadores del Negociado de Ciencias Forenses analizaron la escena del crimen en el hogar donde vivía con su madre. El menor dijo haberla asesinado luego de sostener una discusión en la que ella le reclamó por su conducta, las amistades con las que se había asociado y su relación con una adulta.

(Por Cesiach López Maldonado / Para Primera Hora)