Sobrecoge adentrarse en las estancias hoy vacías del fuerte de Elmina, en Ghana. Quedan como recuerdo los grilletes con que ataban a los esclavos, así como un canalillo donde hacían sus necesidades. Sin apenas luz, comida ni bebida y apiñados, podían pasar meses en esas condiciones hasta que embarcaban en un buque negrero.

El cambio no era a mejor, porque les esperaban dos meses de dura travesía hacinados en la bodega del barco hasta que llegaban a la costa americana. Muchos morían durante la travesía. Es la terrible historia que guarda el fuerte de Elmina y que nos trae Miriam del Río.

Junto a este destino, otro: la Cueva de los Bichos de Gomantong en Malasia, repleta de cucarachas, arañas y murciélagos.