La semana pasada me ocupé de poner al descubierto que el Plan Siembra RD que anunció el presidente Luis Abinader el 16 de mayo pasado, es un concierto divertido para entretener a la sociedad, mientras el gobierno sigue repartiendo los fondos públicos para importar bienes agropecuarios y se les prepara su entrada, libres de arancel.

Eso es lo que en el juego de dominó se llama una capicúa: Los fondos públicos que se deben destinar a apoyar al productor nacional, se les entregan a manos llenas a los intermediarios importadores para que traigan bienes agropecuarios de fuera y, de ñapa, que entren sin pagar arancel.

He sido muy claro planteando que esa ‘política’ del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), conduce a serios problemas de inflación ‘importada voluntariamente’ y peor aun, a eventuales riesgos de desabastecimientos debido a que pronto no estarán disponibles en los mercados internacionales porque los países exportadores, en tiempo de guerra, no se desprenden de alimentos estratégicos muy fácilmente.

La lista de países que están restringiendo las exportaciones de granos, grasas y fertilizantes crece día a día, y ya comienza a preocupar una probable escasez de arroz debido a que los dos más grandes productores de ese cereal –China e India– temen que la ausencia y carestía de trigo provoque desplazamientos hacia el consumo de arroz.

Por esa expectativa sombría de escasez de alimentos y probable hambruna en el mundo, es que he sugerido reiteradamente al gobierno que recupere la agropecuaria nacional para garantizar soberanía alimentaria y aprovechar los mercados de la región del Caribe, que ya están requiriendo productos del agro.

Aprovechar mercados
Las autoridades, y comerciantes de Puerto Rico, están diciendo claramente que están dispuestos a comprar todas las viandas que les venda la República Dominicana y seríamos los tontos más pigmeos si no provocamos una explosión productiva para comer aquí a precios sustentables y vender en las islas caribeñas que no tienen posibilidad de producir, pero necesitan comer y tienen plata para comprar.

Aunque este país ha perdido un tiempo precioso dando bandazos y subsidios a sectores que no se van a recuperar mientras persista la pandemia de Covid-19 y ahora la guerra iniciada en Ucrania pero que nadie sabe en cuál territorio terminará, aun es tiempo de volver al campo con recursos, técnicos, maquinarias, semillas, fertilizantes y mucha voluntad política para hacer de este país un granero, un viandero y un frutero en el mismo centro del Atlántico.

Mientras se destinen los fondos públicos para importar y comerciar con los bienes agropecuarios, la producción nacional estará arruinada y quienes dirigen esas políticas erradas, seguirán convenciendo al presidente Abinader de que se las están ‘comiendo’.

Optimismo de Faña
Como no todos coinciden con lo que he expuesto desde que se inició la pandemia, que en lo esencial es un llamado a producir alimentos como una potencia, porque es el centro de la recuperación de la economía, sin dañar la salud, hay quienes están revestidos de planes y tienen expectativas diferentes.

Leonardo Faña, líder del PRM en el sector agropecuario y quien ha sido colocado como director del Plan Siembra RD por resolución del ministro de Agricultura, Límber Cruz, está tan optimista de que el gobierno quiere recuperar la agropecuaria, que tras leer mi artículo del pasado viernes me ha escrito en varias ocasiones para ‘empaparme’ del alcance de esa iniciativa gubernamental.

Reconozco con la mayor humildad del mundo que Faña ha sido el único funcionario del gobierno que ha tomado en cuenta lo que escribo y que en lugar de ‘crucificarme’, ha tenido la elegancia de escribirme y darme sus opiniones divergentes. ¡Muchas gracias y prometo estar siempre atento a usted!

Leí con atención las opiniones e informaciones de Faña, y las comparto con quienes eventualmente puedan leer estas líneas, con mis dudas, naturalmente.

Para Faña, Siembra RD es la oportunidad de “bajar los costos de producción y aumentar la productividad”, lo que a su juicio lograría “que el productor gane dinero y el consumidor coma bueno y barato”, me escribió por correo electrónico.

Y según el programa, los dominicanos podemos esperar que “será ejecutado en todo el territorio nacional e impactará en los municipios y distritos municipales de las 31 provincias del país y el Distrito Nacional, fortaleciendo las ocho Direcciones Regionales del Ministerio de Agricultura, las estructuras operativas de las demás instituciones del sector, las cooperativas, asociaciones, así como los productores y consumidores de manera muy especial”.

Si aparecen los fondos para impulsar este programa, el campo viviría una nueva ‘mecanización agropecuaria’ dotada de un formidable parque de 150 tractores roturadores de tierra, 20 sembradoras de granos, nueve drones, camiones, camionetas, retroexcavadoras, greader, buldozer, camiones y montacargas… que el país no ve trabajar desde los gobiernos de Joaquín Balaguer.

Pero habría más: “250 bombas sumergibles con sus casetas” para pozos que además dispondrían de 1,000 paneles solares y accesorios.

A eso habría que sumarles la intención de colocar “250 sistemas de riego presurizado y accesorios”, además de “herramientas y equipos menores (picos, palas, rastrillos, machetes, limas, carretillas, martillos, azadas”,  que facilitarían la labor en los campos.

Todo lo anterior se complementaría con la perforación de pozos tubulares, lagunas artificiales, caminos vecinales e interparcelarios, huertos escolares, familiares y carcelarios; emprendimientos hidropónicos y fincas en terrenos estatales.

Por lo que ha expuesto Faña en el Programa Siembra RD, el gobierno se propone dar “apoyo financiero a la ganadería vacuna de carne para consumo nacional y exportación, instalación de granjas avícolas, piscícolas, cunícolas y de pavos”.

Si tanta belleza fuese verdad, el país dispondría de “746 millones de libras de alimentos de origen agrícola, 14 millones de libras de origen pecuario y 10 millones de unidades de huevos”, como resultado del programa.

¿Y los cuartos dónde están?
Pero hay un pequeño inconveniente: Para que Faña y su equipo echen a andar ese programa, según lo previsto –no lo dispuesto en el Presupuesto General del Estado para 2022- se necesita que el Banco Agrícola de Fernando Durán y Juan Rosario que desde agosto de 2020 está al servicio de los intermediarios y los importadores –la misma gente–, desembolse 3,348 millones de pesos. ¿Cuántos…?

Aun así, Faña, tendrías que convencer en los hechos –cero palabras– al presidente Abinader de que suelte 1,293 millones de pesos de la Presidencia como apoyo directo para lograr la mecanización agrícola que propones, al igual que la construcción y rehabilitación de infraestructura, gestión administrativa, ‘marketing’ y capacitación asistida.

Sumando en simple aritmética, Faña, hombre cívico que me ha demostrado humildad y empatía, ¿usted cree, realmente, que el presidente Abinader soltará para ese ‘empeño nacional’ la friolera de 4,600 millones de pesos?

Perdone la franqueza, Leonardo Faña, pero no sueñe, que usted no es el ministro de Turismo. Es usted un hombre en reivindicación que parece decidido a ayudar a su gobierno a enderezar el rumbo para bien del país, pero que caerá mareado también por el espanto que hunde hoy a la agropecuaria.

“Y en ese camino”, como declamaría Neruda, cuente con mi amistad y mi comprensión.

¿A qué precio piensa usted, Faña, que comprará el arroz el cochero de Samaná, en abril de 2023?

¡Ojalá usted pueda contribuir a que sea a 100 pesos la libra!