Sus bajas calificaciones nunca fueron el motivo, Jaison, con su agresividad incontenible le preocupaba más ver la cara autoritaria de su abuela Deisy entrar al aula que los daños que le infligía a sus víctimas en la escuela… al final, el mismo resultado: expulsado de la escuela, sin chance de regreso.

El era uno más de esos chicos de hogares disfuncionales que empezaron a crecer entre los gritos y peleas de sus padres y que terminaron criándose con terceros de las familias y muchas veces, un padrino particular.

Hoy campeón del mundo superwelter en tres de los cinco principales organismos internacionales, Jaison Rosario (Banana) se posa sobre sus rodillas y da gracias a Dios por la oportunidad que le ha dado, porque muchos de sus amigos ya no existen y otros están detrás de los barrotes de acero en alguna cárcel del país o del extranjero.

¡Pistolero juvenil!

“El boxeo me salvó la vida… yo no iba por buen camino, era de un grupo que hacíamos cosas malas, de las cuales yo hoy me arrepiento.

“Mi mamá, Isabel, me entregó a mi padrino porque él era policía y yo era tan tremendo, que solo esa persona me enderezaría, pero no fue así, fue peor; yo le robaba la pistola de mi padrino y me iba a la escuela con ella y se la prestaba a mis amigos.

“Gracias a Dios nunca herimos ni matamos a nadie, era más terror y fantasmeo que odio o maldad, intimidábamos; pero hubo una noche en que nos disponíamos hacer algo muy malo y venía pasando el entrenador de boxeo ‘Fin Fuan’ (Vicente de la Cruz) y me dijo, eyyy ven acá, ven vamos para mi casa y me sacó del grupo”, narra el hoy flamante rey del boxeo, quien con su nocaut en cinco rondas sobre el norteamericano Julian Williams se convirtió en el dominicano 22 en lograr el mérito.

Esa noche, muchos de sus amigos fueron apresados y fichados, “yo había empezado a practicar boxeo y Fin Fuán me sacó de la calle y le debo demasiado de mi vida y mi carrera; desde los 11 años Dios lo puso para que yo no fuera una escoria en la sociedad tuviera muerto o preso”.

Lo mismo dice del fenecido entrenador Manuel Sosa (Puchito), del club Billy Thompson, quien también lo guió por buen camino y claro, “Mangüita Mercedes, su manager, le puso la tapa al pomo con sus consejos y el manejo de mi carrera y ya ves, del que muchos se reían ahora el campeón, pero yo los perdono y seguiré luchando por ser mejor persona y mantener mi corona por todo el tiempo posible”.

Algo diferente

Criado entre el ensanche Espaillat, el Luperón y el 24 de Abril, en la zona norte de la Capital, se metió de lleno al boxeo y aunque nunca puedo ser selección nacional sabía que llegaría lejos. “Yo sentía muchas fuerzas en mi, siempre peleaba con gente más fuerte que yo en el gimnasio, pero al poco tiempo no podían conmigo y elegía a otros superior entonces.

“Ahora quiero descansar y que la gente sepa que vengo de lo peor de la sociedad y tuve un chance por Dios y por el deporte, por gente como la que he encontrado; todos podemos salir adelante si nos disponemos y ojalá que esos niños que están en las calles puedan tomar mi ejemplo”, afirma el actual campeón de las 154 libras de la Asociación Mundial, la Federación Internacional y la Organización Internacional de Boxeo (AMB, FIB e IBO).

“¡No tomen la calle!, practiquen algún deporte, traten de estudiar, yo reaccioné tarde, pero ya cerca de los quince años estaba en tercero del bachillerato”, aconseja Rosario (20-1-1, 14KOs), segundo monarca criollo en la división mediano junior, en la que reinó el romanense Luis –Cucuso- Santana en 1994.