Tres décadas después de que el célebre astrónomo Carl Sagan sugiriera que la sonda espacial Voyager 1 tomara una foto de la Tierra desde más lejos de esta que lo alcanzado por cualquier otra nave, resultando ello en la icónica fotografía de la Tierra que mereció la descripción de la Tierra como el Punto Azul Pálido, dos astrónomos sugieren ahora la posibilidad de que la Tierra sea observada desde otra perspectiva cósmica única: algunos exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar) tienen una línea de visión directa para observar la Tierra desde muchísimo más lejos que la Voyager 1 y detectar en su atmósfera huellas químicas de la vida en ella.

 

Lisa Kaltenegger, de la Universidad Cornell y directora del Instituto Carl Sagan de esa universidad, y Joshua Pepper, de la Universidad Lehigh, en Estados Unidos todas estas instituciones, han identificado 1.004 estrellas de secuencia principal (similares a nuestro Sol) que podrían contener planetas parecidos a la Tierra en la zona habitable alrededor de cada una. Esa zona habitable es la franja orbital donde el calor recibido de la estrella es el adecuado para mantener en forma líquida el agua de los planetas que permanezcan allí. Todas esas estrellas están a no más de unos 300 años-luz de distancia de la Tierra. Con tecnología suficiente, una civilización alienígena desde alguno de esos planetas debería ser capaz de detectar las huellas químicas delatadoras de la vida en la Tierra.

 

Los resultados de esta investigación se han publicado en la revista académica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. El informe lleva por título “Which stars can see Earth as a transiting exoplanet?”.

 

Lo que más facilitaría esa observación desde un planeta de otro sistema solar sería una alineación entre la Tierra y ese otro mundo que permitiera desde allí ver pasar la Tierra justo por delante del Sol. Este tránsito oscurecería leve pero delatadoramente la luz del Sol durante el breve rato que durase, revelando la existencia de la Tierra.

 

Además, parte de la luz del Sol cruzaría por la atmósfera terrestre y las modificaciones que esos rayos de luz sufrirían portarían información química sobre ella, desentrañable mediante análisis espectrográficos.

 

Lo mismo se hace desde la Tierra con algunos exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar).