Un conejo de peluche habló el martes en nombre de una pequeña de dos años con discapacidad motriz y de lenguaje que fue abusada sexualmente en Colombia: “Ella siente terror cuando su madre le pide al tío que la cuide porque él se baña y hace cosas inapropiadas delante de ella”.

Cientos de juguetes más estaban tendidos en la céntrica Plaza Veinte de Julio de Bogotá en un acto simbólico que por sexto año consecutivo busca llamar la atención de la ciudadanía y el Estado sobre el abuso sexual infantil.

“Este año la violencia sexual está disparada”, aseguró a The Associated Press Ángela María Rosales, directora nacional de la organización no gubernamental Aldeas Infantiles SOS, que impulsa la actividad.

Entre enero y septiembre se reportaron 28.300 casos de presunta violencia sexual infantil, según las cifras del estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), encargado de velar por la niñez. En el mismo periodo de 2021 hubo 27.210 casos.

Para Rosales el aumento obedece al menos a dos factores: que la pandemia dejó un “legado de salud mental difícil” en las familias que afecta tanto a los adultos como a los niños y que las denuncias aumentan ayudando a visibilizar la magnitud del problema.

El reto, según Aldea