Al que cultiva su cam­po, hasta le sobra comida; al que anda con ociosos, lo que le sobra es pobreza. Proverbios 28: 19

El tiempo que pasa ja­más se recupera, y cuántos segundos, minutos, horas se nos escapan de las ma­nos haciendo nada, aparte del tiempo que permanece­mos en inactividad cuando estamos durmiendo. Si su­mamos el tiempo de ocio más el tiempo que dormi­mos, nos sorprendemos de lo mucho que es.

Todo este tiempo es im­productivo; es como si no existiera, ya que no se ha­ce algo productivo. Como hijos de Dios debemos to­mar esto en cuenta y no se­guir perdiendo el tiempo, pero para esto debemos re­organizarnos y romper con la inactividad. Hacer esto no será fácil y nos disgusta­rá, hasta nos enfadaremos, porque vamos a hacer algo a lo que no estamos acos­tumbrados. Esto significa romper con patrones, há­bitos y costumbres que luchan para que sigamos igual.

Debemos aprovechar el tiempo generando ideas, trabajando ardua­mente, planificando pa­ra el futuro, haciendo es­trategias para multiplicar lo que tenemos. Si hace­mos todo esto, no nos da­rá el tiempo. Al contrario, querremos que en vez de veinticuatro horas se ex­tiendan, para poder ha­cer mucho más.

Esto es algo que debe­mos hacer de continuo, porque, si no, caeremos en lo mismo. Y el ocio trae pobreza, más el que tra­baja es prosperado.