Los radiotelescopios cuentan con la ventaja de que para hacer su trabajo no es imprescindible construirlos con una superficie receptora continua. La superficie puede ser discontinua, como una valla de alambre o incluso constar de unos pocos elementos separados entre ellos por una gran distancia, en una configuración de interferómetro. En esta ventaja se basa el proyecto, ya en marcha, de montar en órbita a la Tierra un radiotelescopio espacial más grande que cualquier otro previo de este tipo.

 

Por eso, aunque construir un radiotelescopio de 10 kilómetros de diámetro en el espacio puede sonar a ciencia-ficción, bastarán seis pequeños satélites del tamaño de hornos microondas, conectados inalámbricamente entre ellos, para poner en marcha semejante radiotelescopio. Este es el proyecto SunRISE (Sun Radio Interferometer Space Experiment) de la NASA.

 

El radiotelescopio tendrá muchas utilidades. Entre ellas, estudiar fenómenos solares violentos ocasionales que envíen hacia la Tierra ráfagas de partículas y radiación mucho más dañinas de lo normal. Con una observación minuciosa y prolongada, mejorarán mucho las predicciones de tales eventos y aumentará la seguridad de los astronautas y de diversas infraestructuras.

 

En previsión del lanzamiento al espacio previsto para 2024 del sistema SunRISE, la fabricación del primero de esos pequeños satélites ya se ha completado en el Laboratorio de Dinámica Espacial (SDL) de la Universidad Estatal de Utah en Estados Unidos, que ha sido contratado para construir, probar y poner en servicio los seis satélites para la NASA.