Como el último continente poblado por los humanos modernos, el poblamiento de las Américas y las posteriores dispersiones dentro del continente han sido objeto de intenso interés por parte de los genetistas. Estudios anteriores han demostrado que los antepasados de los indígenas americanos, también llamados nativos americanos (NA), se originaron en Asia, muy probablemente en la parte oriental. Se establecieron en las Américas mediante múltiples dispersiones a través de Siberia/Beringia, de la ruta costera y posiblemente el corredor interior libre de hielo y posteriormente hubo una divergencia en subgrupos.

El origen de los primeros NA, hasta la fecha, se ha atribuido a un proceso complejo que involucra múltiples dispersiones desde diferentes lugares de origen. Sin embargo, ahora los científicos han utilizado el ADN mitocondrial para rastrear un linaje femenino desde la costa norte de China hasta las Américas. Al integrar el ADN mitocondrial antiguo y contemporáneo, el equipo encontró evidencia de al menos dos migraciones: una durante la última edad de hielo y otra durante el período de fusión posterior.

Casi al mismo tiempo que la segunda migración, otra rama del mismo linaje emigró a Japón, lo que podría explicar las similitudes arqueológicas paleolíticas entre las Américas, China y Japón. El estudio acaba de publicarse en la revista Cell Reports. “La ascendencia asiática de los nativos americanos es más complicada de lo que se indicó anteriormente —afirmó el primer autor Yu-Chun Li, antropólogo molecular de la Academia de Ciencias de China—. Además de las fuentes ancestrales descritas anteriormente en Siberia, Australo-Melanesia y el sudeste asiático, mostramos que la costa norte de China también contribuyó al acervo genético de los nativos americanos”.