Tras usar el ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) para observar regiones donde se forman estrellas en la Gran Nube de Magallanes, un equipo de investigación ha descubierto la existencia de un turbulento fenómeno de tira y afloja en la incubadora o vivero de estrellas 30 Doradus. Las observaciones revelan que, a pesar de una intensa retroalimentación estelar, la gravedad está incidiendo en la forma de la nube molecular y, contra todo pronóstico, fomentando la formación de estrellas jóvenes y masivas.

 

Los resultados de las observaciones se presentaron recientemente en una conferencia de prensa durante una asamblea de la Sociedad Astronómica Estadounidense (AAS, por sus siglas en inglés). Y también se han publicado en la revista académica The Astrophysical Journal, con el título “The 30 Doradus Molecular Cloud at 0.4 Parsec Resolution with ALMA: Physical Properties and the Boundedness of CO Emitting Structures”.

 

30 Doradus es una gran incubadora de estrellas ubicada muy cerca de la Vía Láctea (está a tan solo 170.000 años luz de distancia), en el corazón de la famosa Nebulosa de la Tarántula, en la Gran Nube de Magallanes, una pequeña galaxia junto a la nuestra. Allí se encuentra el cúmulo de estrellas más grande del vecindario cósmico –un objeto de observación perfecto para quienes buscan estudiar el nacimiento y la evolución de las estrellas. En el centro de 30 Doradus se encuentra una brillante incubadora de estrellas que ha sido la cuna de más de 800.000 estrellas y protoestrellas, entre ellas medio millón de jóvenes estrellas masivas y calientes. Esta región reviste especial interés para quienes estudian la formación de estrellas y la evolución de las galaxias debido al efecto de la gravedad y la retroalimentación estelar (un fenómeno donde una gran cantidad de energía devuelta a la región por estrellas jóvenes y masivas puede ralentizar la formación de nuevas estrellas), que compiten entre sí para controlar la tasa de formación estelar.

 

Las nuevas observaciones de 30 Doradus se llevaron a cabo con los receptores extremadamente sensibles de Banda 6 del ALMA, un observatorio coadministrado por el Observatorio Radioastronómico Nacional (NRAO) de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, y permitieron hacer hallazgos sorprendentes sobre la nube molecular. “Las estrellas empiezan a formarse cuando las densas nubes de gas se vuelven incapaces de resistir a la fuerza de gravedad. Nuestras nuevas observaciones revelaron claros indicios de que la gravedad está incidiendo en la forma de las partes más espesas de las nubes, mientras también revelaron muchos fragmentos de nubes de menor densidad y demasiado turbulentas como para que la gravedad las afecte”, explica Tony Wong, profesor de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (Estados Unidos) y autor principal del nuevo estudio. “Creíamos que en las partes de la nube más cercanas a las estrellas jóvenes y masivas veríamos las señales más claras de que la gravedad era superada por la retroalimentación y, en consecuencia, había menos formación de estrellas. En cambio, nuestras observaciones confirmaron que incluso en una zona con retroalimentación extremadamente activa, la gravedad sigue siendo bastante fuerte y la formación de estrellas probablemente continúe”.