En la búsqueda de planetas de fuera de nuestro sistema solar se han encontrado miles de planetas, la mayoría orbitando cerca de sus estrellas anfitrionas. Muchos astrónomos creen que los llamados planetas errantes, que no giran alrededor de una estrella ni de otro astro, son más comunes de lo que se cree, pero que las técnicas disponibles para búsqueda de planetas no han sido lo bastante sensibles para detectar mundos de este tipo.

 

La mayoría de los exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar) descubiertos hasta la fecha se han encontrado porque producen ligeras disminuciones en la luz observada de sus estrellas anfitrionas al pasar por delante de ellas desde nuestra perspectiva visual. Estos eventos se denominan tránsitos.

 

El telescopio espacial Nancy Grace Roman de la NASA llevará a cabo un rastreo con el objetivo de descubrir muchos más exoplanetas. Para ello se valdrá de las potentes técnicas de que dispone. Las estrellas de nuestra Vía Láctea se mueven, y las alineaciones fortuitas de alguna de ellas con un planeta errante pueden ayudarnos a encontrar planetas de esa clase. Cuando un planeta errante se alinea con suficiente precisión con una estrella lejana, esto puede hacer que el brillo aparente de la estrella aumente, desde la perspectiva visual de la Tierra. Durante estos eventos, la gravedad del planeta, situado en primer plano, actúa como una lente gravitacional que amplía brevemente la luz de la estrella, situada al fondo. Aunque el telescopio espacial Roman puede encontrar planetas errantes mediante esta técnica, llamada microlente gravitacional, hay un inconveniente: es muy difícil determinar con precisión la distancia entre la Tierra y el planeta que ejerce de lente.

 

Richard K. Barry, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA está diseñando una misión llamada CLEoPATRA (Contemporaneous LEnsing Parallax and Autonomous TRansient Assay) para explotar los efectos de paralaje en el cálculo de estas distancias. El paralaje es el desplazamiento aparente de la posición de un objeto en primer plano visto por observadores situados en lugares ligeramente diferentes. Nuestro cerebro aprovecha las perspectivas visuales ligeramente diferentes de nuestros ojos para poder ver también la profundidad. En el siglo XIX, los astrónomos determinaron las distancias a las estrellas cercanas valiéndose del mismo efecto aunque a mayor escala. Concretamente, midiendo cómo se desplazaban sus posiciones con respecto a las estrellas del fondo en fotografías tomadas cuando la Tierra estaba en lados opuestos de su órbita.