Vaya por delante que me inclino a que se establezca una edad límite para presentarse a unas elecciones presidenciales. Al igual que en la mayoría de los trabajos está previsto que la vida laboral concluya alrededor de los setenta años —en muchas ocasiones las empresas ofrecen paquetes de prejubilación incluso antes— tendría sentido que un septuagenario ya no lleve las riendas de un país. Sin embargo, abundan los ejemplos de estadistas (excluyo a los dictadores) que han estado en el poder a edades avanzadas.
Estados Unidos vuelve a la misma encrucijada de hace casi cuatro años, cuando Joe Biden venció en las urnas a Donald Trump. Hasta ahora todo indica que Trump volverá a ser el nominado republicano y el actual presidente no ha dado señales de que no aspirará a la reelección en 2024. En estos momentos Biden tiene ochenta años y su principal rival republicano le pisa los talones con 77 años. Es decir, son dos personas de la tercera edad que acabarían un segundo término siendo consumados octogenarios.