Con una ceremonia de apenas quince minutos, el emperador Akihito puso ayer punto final a los treinta años que ha estado al frente del trono de Japón, que abandona por su avanzada edad y achaques de salud, para dejarlo en manos de su hijo Naruhito.

“Desde que ascendí al trono, hace 30 años, he desempeñado mis funciones como emperador con un profundo sentido de confianza y respeto por el pueblo”, afirmó Akihito, de 85 años, en su último mensaje como emperador.

Despedida

Akihito se despidió en una ceremonia que se llevó a cabo en el Salón Pino del Palacio Imperial, en Tokío.

El acto, realizado con la formalidad de las ceremonias niponas, precede a la proclamación de Naruhito como emperador, programada para hoy miércoles.

Un minuto después de la hora programada, el emperador Akihito y la emperatriz Michiko, acompañados de otros integrantes de la familia imperial y chambelanes, ingresaron a la sala, donde ya esperaban unas trescientas personas. Ellos con frac y ellas con trajes occidentales o vistosos kimonos, todos siguieron con atención cómo Akihito y Michiko se colocaban en un estrado, teniendo a su lado dos de los tres tesoros imperiales (una espada y un cofre con una joya de jade).

También estaban los sellos imperiales, utilizados por el emperador para promulgar las órdenes que emanan de los poderes políticos, una de las pocas responsabilidades cuasipolíticas que tiene el emperador.