El 14 de mayo de 1990, el desaparecido vespertino Ultima Hora, tituló “Balaguer promete mejorar sueldos de los militares, si gana”, donde se hizo eco de una entrevista que el mandatario había concedido a Miledys de Cabral en su espacio Democracia 90, faltando dos días para las elecciones presidenciales, cuando el Dr. Balaguer prometió villas y castillas a los militares y policías, utilizando el tema como arma política.

De aquel prometido aumento salarial, que ingenuamente recibimos con algarabía, como arte de magia se esfumó como humo llevado por el viento tan pronto paso el furor eleccionario, donde Balaguer resultó ganador y logró su reelección. Aunque el viejo caudillo tuvo la oportunidad de realizarlo durante su mandato 1990-1994, nunca cumplió con esa promesa de campaña.

El último aumento salarial significativo realizado a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional fue en 1978, luego hubo que esperar dieciocho años para que las mismas pudieran tener un aumento trascendental, el cual fue dispuesto durante el gobierno del presidente Leonel Fernández en 1996, donde sus miembros pasaron a devengar sueldos que sobrepasaban los cuatros dígitos, incrementando sus sueldos en un 400 %, sin excepción alguna.

Tuvimos que esperar otros 25 años para que los salarios bajos se convirtieran en tema de campaña, que el hoy presidente Luis Abinader Corona, prometió elevar el salario mínimo a unos quinientos dólares. Aunque reconocemos y entendemos que la actual crisis, producto de la pandemia del COVID-19 y la situación económica que embiste al país, la misma sería pospuesta para cuando las condiciones económicas así lo permitiesen.

Pero al parecer el presidente Abinader, quería ir más allá del aumento y el pasado 6 de noviembre en un acto simbólico, entregó más de 550 carnets a los miembros del Cuerpo de la Seguridad Presidencial (CUSEP), quienes poseían el seguro básico contributivo, otorgándoles el “Plan Premium” de Salud del SENASA, sin que represente un costo adicional.

También el día 30 del mismo mes, en ceremonia encabezada por el presidente y el ministro de Interior y Policía, se realizó la entrega simbólica al director general de la policía, mayor general Edward Ramón Sánchez, las tarjetas del “Seguro Premium” contentivo en el plan máximo del seguro del SENASA, que beneficiará unos 39 mil miembros de la institución y sus familiares, sin costo alguno. Escenario, que el presidente Abinader reiteró, que a partir de enero se dispondría de un aumento salarial de hasta un 40 % para los agentes policiales.

Anteriormente, a los policías se les había concedido beneficios de pasaje gratis en el sistema de transporte colectivo estatal y facilidades para comprar productos alimenticios a bajo costo en INESPRE. Un hecho que valoramos y apreciamos en su justa dimensión, y tan necesario en estos momentos, además de honrar su promesa de campaña.

El 03 de enero del presente año, el ministro de Interior y Policía, informó sobre el incremento salarial a los miembros policiales, con efectividad a partir de la fecha. Ajuste salarial entre un 10 % y 40 %, con lo que el presidente daba cumplimiento parcial a su promesa de campaña. Con estas medidas mejora y dignifica la calidad de vida de los policías y sus familias, que tanto lo merecen.

Sin embargo, días después comenzaron las observaciones y críticas por la prensa escrita y redes sociales, porque al parecer algo no estaba bien. El alcalde de Santiago, puso el dedo en la llaga al expresar vía twitter: “saludo la excelente decisión del presidente de aumentar los sueldos de la Policía Nacional, que se lo merecen. De igual manera pido que los miembros de nuestras Fuerzas Armadas: Ejército, Fuerza Aérea y Armada sean tomados en cuenta y reciban el mismo trato”.

En las redes sociales circularon ciertos videos de mal gusto, en donde mostraban policías mofándose de las Fuerzas Armadas por no haber recibido el aumento salarial. Aunque algunos de esos videos son viejos, es evidente que las mentes perversas aprovecharon las circunstancias para intentar crear morbo y fomentar una supuesta discordia entre militares y policías, situación que jamás ha existido en ninguna circunstancia.

En este contexto, no puedo negar que sentí preocupación ante la situación engendrada, y me comuniqué con varios hermanos de armas en servicio activo, a quienes encarecidamente les sugerí que accionaran para detener esas desinformaciones, por el bien del país, del gobierno y sus buenas intenciones, y sobre todo por la cohesión que debe existir entre las fuerzas de seguridad interna y de defensa.

Pero un hecho al parecer espontaneo, es que amplios sectores de la sociedad han tenido la percepción de que el presidente se ha inclinado en favorecer a la Policía Nacional, sin tomar en cuenta que esa misma sociedad también percibe que sus fuerzas militares igualmente están involucradas en las mismas actividades de orden público, de seguridad interna –producto de la pandemia– y también cumplen con sus responsabilidades de protección y defensa de los espacios territoriales, marítimos y aéreos, su lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico internacional, entre otras amenazas que atentan contra nuestra nación.

El 7 de enero, ante las oleadas de observaciones y críticas por el aumento salarial a la policía, el Ministro de Defensa, hizo de conocimiento público que había presentado al Poder Ejecutivo la propuesta de una nueva estructura salarial a los miembros de las Fuerzas Armadas, que se ejecutaría en varias etapas.    

El día 9 del presente mes, el presidente Abinader visitó la Primera Brigada del Ejército –una especie de espaldarazo moral– quien manifestó: “Estamos evaluando todos los salarios de las Fuerzas Armadas para adecuarla de una manera digna, así como mejorar también su seguro médico”. También precisó, que el aumento salarial será una programación que se hará para los próximos tres años, prometiendo, que en dos años las Fuerzas Armadas van a cambiar de manera importante”.

En discusiones académicas sobre temas militares, profesionales de la materia han coincidido, y yo con ellos, en que el presidente “no contó con la mejor asesoría” al respecto, porque las fuerzas de seguridad de una nación deben verse y manejarse como un todo. Son como los hijos, cuyos padres –Estado-Gobierno– jamás van a privilegiar ni mucho menos marginar a ninguno de sus vástagos. Siempre hemos mantenido la máxima de que los presidentes “nunca se equivocan, sino que son mal asesorados”, en nuestra apreciación si el 40 % del aumento salarial estipulado se hubiese otorgado equitativamente en un 20 % para las FF.AA y un 20 % para la P.N, de seguro que hubiese sido bien visto por todos.

Sabemos y reconocemos de las buenas intenciones del presidente para con las instituciones militares y policiales, por lo que aseguramos que este mal asesoramiento jamás será una manzana de discordia entre las fuerzas militares, porque su entereza, disciplina, entrenamiento y obediencia, están al servicio de los más altos intereses de la nación y al poder legalmente constituido.    

Finalmente, quiero destacar que nuestra Policía Nacional a diferencia de las Fuerzas Armadas, se quedó rezagada en su proceso de reforma interna, pues los militares desde que iniciaron su proceso en el 2000, nunca se han detenido. En tal sentido, coincidimos con los que piensan que junto a la elevación del nivel social de los policías, lo que necesita esta institución es una “reingeniería profunda” que la conduzca obligatoriamente a un proceso de depuración, entrenamiento, disciplina y redefinición de su rol, que la encamine a ser un cuerpo policial esencialmente civil al servicio de la sociedad dominicana.