El ADN de la cocina está en todo lo que crece en nuestra tierra. Se fundamenta en cómo se va llenando la despensa con esa maravillosa cosecha y cómo detrás de esos productos y esa siembra están los héroes anónimos que labran la tierra cada día, que la alimentan y que trasmiten todo ese amor y entrega.

Siempre he dicho y lo mantengo que un producto debe sacar del anonimato al productor y contar esa historia que cautiva y enamora a través de los platos de nosotros los cocineros. Eso es lo que da sentido a nuestras cocinas. Esa pureza, irse a las raíces,  sentir esa pasión y tener como protagonistas  a quienes lo cultivan, lo cosechan, recolectan, lo pescan… es lo que da inicio a la travesía que los transforma.

La gastronomía  genera identidad y no hay identidad sin producto. La cocina se expresa hoy con el lenguaje del territorio y dice presente con el productor. Es indispensable saber qué siembran, qué cosechan, cómo viven, dónde viven, qué hemos dejado de hacer por ellos y qué podemos hacer por ellos. Es el momento de seguirlos apoyando y colaborando para generar ingresos creando una demanda de lo que producen; dándolos a conocer en el mercado y en nuestras cocinas y restaurantes. Cocinar debe impactar de manera positiva la vida de todos sus actores, integrar a todos los productores, contribuir a su desarrollo, sostenibilidad, sustentabilidad, e inclusión social.

La fortaleza de la cocina

El arte culinario es una disciplina que nos ayuda a todos avanzar  y va paso a paso creando oportunidades  y poniendo en valor nuestra gastronomía, nuestra cultura, nuestra identidad, nuestros sabores, y reinventando esa cocina local con la base de rescatar esos productos autóctonos y ancestrales que hacen que, cada día podamos afianzar nuestra identidad. 

Una cocina que crece tierra adentro y que tiene el privilegio de poder contar la historia de cada productor es una cocina con un ADN que apuesta al sabor y a la durabilidad la. Sin el productor no existiera ni productos ni cocina. Gracias a su esfuerzo, dedicación, esmero, entrega, amor y criterio podemos llevar calidad y excelencia a nuestros comensales.

Es el momento de seguir contando esa historia cargada de identidad y de amor por lo nuestro, de seguir apoyando a la cadena de productores, seguir utilizando lo hecho en República Dominicana, unidos para seguir proyectando nuestra cultura gastronómica y que todos podamos decir: ¡Primero lo nuestro! .