La editora jefe de Vogue USA, Anna Wintour, cumple 70 años y sigue siendo la mujer más influyente en el mundo de la moda, todo un icono incluso para aquellos que no leen su revista y pese al hermetismo y misterio que siempre la rodea.

Su estilo impecable, su mirada oculta tras unas gafas negras y su corte de pelo al estilo “bob” han convertido a Wintour en un mito del mundo de la moda.

Cada día se despierta entre las 4:00 y 5:30 horas, lee la prensa, juega al tenis, desayuna un café de Starbucks y se encamina sobre las ocho a las oficinas de Vogue para dirigir la revista de moda más importante del mundo. Una rutina que sigue escrupulosamente en los 30 años que lleva al mando de la publicación estadounidense, donde tiene la última palabra sobre lo que saldrá o no publicado.

“Vogue es la revista de Anna, ella es quien la firma. Sería correcto considerarla como la papisa”, afirma Candy Pratts, directora ejecutiva de Moda en Vogue USA, en el documental “The September Issue” sobre la edición de septiembre, la más importante del año.

Su pasión por el mundo de la moda viene desde que era pequeña. Siendo una adolescente ya hizo sus pinitos trabajando en tiendas de ropa hasta que a los 20 años fue contratada por la revista Harper’s & Queen, lo que supuso el comienzo de su carrera en el periodismo de moda.

Luego llegaron trabajos en publicaciones entre Estados Unidos e Inglaterra como Harper’s Bazaar, New York, House & Garden o la edición británica de Vogue, y allí adonde fue hizo cambios que causaron en más de alguna ocasión tal revuelo que la llevaron a ser despedida.

Pero tenía tan claro que su futuro estaba en Vogue USA que cuando fue entrevistada en 1982 por la editora jefa, que por aquel entonces era Grace Mirabella, Wintour dijo que aspiraba a su puesto de trabajo, y seis años después lo consiguió.

Su primera portada para Vogue en noviembre de 1988 fue el inicio de la “era Wintour”. La publicación la protagonizó una sonriente modelo con unos sencillos “jeans”- primera vez que se ponía esta prenda en portada- y una chaqueta de alta costura de Christian Lacroix.

Toda una revolución que pretendía acercar así a la mujer de aquel momento al mundo de la moda con una visión más diferente y actualizada. Sin embargo, este no sería el único gran cambio que viviría Vogue a sus órdenes, ya que rompió con la tradición al poner en la portada a actrices y cantantes famosas, lo que supuso un éxito en ventas.

“Anna vio venir la cosa de las celebridades antes que todos los demás”, dijo en una ocasión Grace Coddington, directora creativa de la edición norteamericana.

Su poder e influencia no solo se mide en aquello que se publica en Vogue, sino también por la capacidad que tiene de impulsar la carrera de diseñadores como la de John Galliano en Dior o la de Marc Jacobs, y en que cada año consigue que rostros conocidos de la talla de Beyonce o George Clooney acudan a la esperada gala del Met en Nueva York.

Mientras que su imagen de una fría, dura e intimidante mujer se ha visto mitificada en la película “El diablo viste de Prada”, papel que interpretó Meryl Streep y que muchos decían que estaba inspirado en ella, los más allegados de Wintour lo desmienten y siempre comentan que tiene un gran sentido del humor.

La editora de Vogue, que fue nombrada dama del Imperio británico por su contribución a la moda y el periodismo, se cuela año tras año en la lista de las mujeres más poderosas del mundo de la revista Forbes, llegando a alcanzar el número uno en 2017.

Anna Wintour ha conseguido perdurar en la considerada “biblia de la moda” y pese a que en algunas ocasiones su futuro en la revista se ha colmado de rumores, Condé Nast, la editorial de la cabecera, la nombró hace ya un año “editora indefinidamente”. Es decir, hasta que la propia Anna decida retirarse.