Hasta el 30 de mayo de 2019 todo transcurría como de costumbre en el sector turístico local. En los medios nacionales no se dejaba de mencionar la meta presidencial de los 10 millones de turistas en 10 años y el crecimiento en la llegada de extranjeros no residentes.

El 12 de febrero Estados Unidos alertó a los turistas que visitaran al país a tener cuidado debido a la alta tasa de delitos y robos. Después de unos días, esto se olvidó y el turismo seguió impulsándose.

El inicio de la crisis
El 25 de mayo al turismo se le empezó a poner la piña agria. Una turista estadounidense, identificada como Miranda Lynn Schaup- Werner, falleció en el hotel Bahía Príncipe del complejo turístico Playa Nueva Romana en San Pedro de Macorís. La mujer se encontraba en el lugar con su esposo celebrando su décimo aniversario de bodas.

Hasta ese momento todo estaba “manejable”.

Cinco días después, el país estaba en asombro.

Una turista estadounidense, Tammy Lawrence-Daley, había denunciado en su cuenta de Facebook que en enero de este año fue brutalmente atacada por un hombre que tenía puesto un uniforme con el logo del hotel donde vacacionaba, el Majestic Elegance, mientras se dirigía a la playa sola en horas de la noche.

Ese mismo día se reportó el hallazgo de los cadáveres de los esposos Edward Nathael Holmes, de 63 años, y Cynthia Ann Day, de 49 años, en el hotel Bahía Príncipe de Playa Nueva Romana.

Era un golpe más para el complejo turístico: tres muertes en menos de seis días.

Mientras medios internacionales se hacían eco con titulares en contra de República Dominicana, el 5 de junio el Ministerio de Turismo otorgó un plazo de 60 días a hoteles para la instalación de cámaras de vigilancia.