Administrar metadona en lugar de morfina es un tratamiento farmacológico más adecuado en la lucha contra el dolor crónico, según revela un nuevo artículo publicado en la revista Journal of Clinical Investigation en el que participan los expertos Vicent Casadó, Estefanía Moreno y Verònica Casadó Anguera, del Grupo de Investigación de Neurobiología Molecular de la Facultad de Biología y el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), así como del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) (España).

 

En el trabajo, que describe en modelos celulares y animales el mecanismo de acción molecular que produce los beneficios terapéuticos de la metadona, también participan expertos de los Institutos Nacionales de Salud, la Universidad de Maryland, y el Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, entre otras instituciones.

 

Una de cada cinco personas en Europa sufre dolor crónico, de moderado a severo, y un tercio de los afectados se encuentra con limitaciones para mantener un estilo de vida independiente debido al dolor. Según los datos, hay cerca de cincuenta millones de afectados por esta patología entre España, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. En el caso de Estados Unidos, entre cincuenta y cien millones de personas sufren dolor continuo y la dependencia farmacológica de muchos afectados a los opiáceos ha generado una auténtica crisis de salud pública.

 

El dolor crónico responde muy bien a los opiáceos en un primer momento, pero a largo plazo el tratamiento fracasa, sobre todo por la tolerancia a los medicamentos prescritos y el riesgo de dependencia y adicción. En este contexto, es decisivo potenciar nuevas alternativas terapéuticas que aprovechen la eficacia de los opiáceos y eviten los efectos secundarios derivados de la tolerancia y la adicción.