En pleno pico de la crisis social y política que golpea a Bolivia, el gobierno de la autoproclamada presidenta interina Jeanine Áñez y grupos movilizados afines al expresidente Evo Morales buscaban abrir negociaciones con el apoyo de la ONU, tras dos jornadas de protestas violentas.

El enviado de las Naciones Unidas, Jean Arnault, convocó a una “mesa de diálogo” a dirigentes y legisladores del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, con apoyo de los obispos católicos, dijo el domingo el ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano.

La muerte de nueve cocaleros seguidores del expresidente Morales a manos de las fuerzas de seguridad ha puesto en entredicho el llamado a la paz de la presidenta interina Áñez, quien ha dicho que la pacificación del país y la convocatoria a nuevas elecciones en tres meses son su prioridad.

Tras las muertes, los cocaleros han dado un ultimátum a Áñez para que renuncie y repliegue a las fuerzas de seguridad que les impiden ingresar a la ciudad de Cochabamba en el centro del país. El viernes intentaron romper el cerco y se desencadenó la refriega en la jornada más violenta desde que iniciaron la protestas tras elecciones del 20 de octubre.

Las negociaciones son con grupos movilizados y con legisladores del MAS, dijo Justiniano. La bancada “masista” que controla casi dos tercios del voto legislativo se autoconvocó a una sesión el martes para exigir el repliegue de los militares, según Sergio Choque, presidente de los diputados.