Nagua (R.Dominicana).- Cientos de habitantes de comunidades del noreste dominicano se han quedado sin nada tras el paso del huracán María, principalmente, a causa de la precariedad de sus viviendas, construidas con zinc y madera y que, en muchos casos, han sido arrasadas por la crecida de ríos.

La comunidad de La Boba, en Nagua (noreste), es ejemplo de la fragilidad de ese tipo de construcción, de las que el río, que comparte nombre con el núcleo urbano ubicado junto a su ribera, solo ha dejado los despojos.

Cuando volvió esta mañana “no quedaba nada, todo deshecho. Cama, estufa, nevera, todo lo que tenía” se lo llevó la riada y, como ella, muchas de sus vecinas, que charlan animadamente junto a los escombros como si nada hubiera sucedido.

Otros han tenido la suerte de que sus casas permanecieran en pie, como Francisco, cuya vivienda es de ladrillo.

Sin embargo, la fuerza de agua derribó su puerta y sacó todas sus pertenencias, según relata a Efe. Efectivamente, frente a su casa, un sofá y un par de sillones se secan al sol, que por fin ha hecho acto de presencia en la zona después de tres días oculto por los efectos del ciclón.

Mientras, operativos del Ministerio de Obras Públicas y del Plan Social de la Presidencia hacen labores de limpieza, evalúan daños y facilitan materiales para reconstruir viviendas, aunque lo primero fue suministrar agua y alimentos a los afectados.

“Estamos trabajando desde (el huracán ) Irma y ahora seguimos directamente trabajando” en atender a los afectados por María, explicó a Efe Alexandro Sánchez, encargado provincial del Plan Social de la Presidencia en la provincia de María Trinidad Sánchez, a la que pertenece el municipio de Nagua.

Hoy están recorriendo la provincia entregando comida fresca, así como colchones, sábanas, mosquiteros, y materiales para reconstruir las casas que no quedaron destruidas por completo.

La cuestión es que, hace solo dos semanas, tras el paso de Irma, ya hicieron esas mismas labores y entregaron camas completas, estufas de gas y hasta aparatos de televisión, pero con el nuevo ciclón, todo eso se ha perdido.

Mientras la infravivienda siga existiendo, y las casas se reconstruyan una y otra vez con esos materiales de escasa consistencia, esta situación se repetirá ante cada desastre natural.

Este problema ya lo pusieron de manifiesto un conjunto de organizaciones asociadas al Foro Ciudadano y otras tantas que participan en la campaña Casa Ya, junto a Oxfam, y que lanzaron la campaña “Cambiemos las prioridades” en 2016.

Con esta iniciativa, demandan al Gobierno dominicano la reorientación de una parte del gasto público hacia la generación de viviendas “que permitan superar el grave déficit habitacional que enfrenta el país”, y que, según defienden, se podría llevar a cabo si se reducen “gastos superfluos del presupuesto nacional.”

Para estas entidades, eso permitiría garantizar el derecho a condiciones dignas de vivienda a amplios sectores de la población, sin dejar este grave problema social en manos del mercado, señalan.

El presidente dominicano, Danilo Medina, hoy estuvo visitando varias comunidades afectadas, entre ellas la de La Boba, y pudo comprobar las dimensiones de los estragos causados por María.

Los efectos del huracán mantienen a un total de 38 localidades aisladas en la República Dominicana, donde dejó al menos un muerto en el norte y un desaparecido en el este, y un total de 10.929 personas se encuentran en albergues oficiales, mientras que 8.915 se desplazaron a casas de familiares, según datos oficiales.

El fenómeno continúa alejándose del país, tras volver a poner de manifiesto, como ya hicieran ciclones anteriores la vulnerabilidad de las comunidades más pobres y el círculo vicioso de la infravivienda.