Que la llegada a la Luna es un hito histórico no hay quien lo discuta. ¿Pero cómo ha influido en la cultura popular? Un repaso nos revela las numerosas huellas que dejó, desde la música al cine, pasando por el baile, el arte, la filatelia y la numismática.

Para quienes el 21 de julio de 1969 alzaron la vista hacia la Luna y se estremecieron pensando que en ese momento allí había seres humanos caminando, fue una sensación irrepetible. Irrepetible porque en los años siguientes, la exploración del cosmos fue perdiendo magnetismo.

A ello contribuyó que ninguna misión tripulada regresara al satélite desde la partida del Apolo 17, en diciembre de 1972. Tampoco mejoró las cosas la promesa de un pronto retorno, formulada en 2004 por George Bush Jr., que nada hizo por cumplirla. La humanidad se ensimismó en su planeta natal mientras la radiación solar y el frío nocturno blanqueaban las seis banderas dejadas por los astronautas en la superficie selenita.

Pareciera que aquellos formidables logros no tuvieron el menor efecto en la vida cotidiana. Los políticos siguen prometiendo la luna, los enamorados continúan besándose bajo el plenilunio, los fotógrafos persisten en retratar su disco de plata, los astrónomos aficionados no se cansan de apuntar sus telescopios contra su cara visible. Nada cambió, aparentemente.

Y, sin embargo, a poco que rasquemos en la cultura popular encontraremos la impronta de la carrera lunar. Su impacto es visible en la estética cinematográfica, la imaginación futurista y la conciencia ecológica, así como en los universos hedonistas del pop, el turismo y la moda. Lejos de haber sido borrado del mapa, el alunizaje se ha incrustado en la memoria colectiva como un recuerdo disponible a ser utilizado cuando convenga.