La música y la cultura dominicana se vistieron de luto con la pérdida de Catana Pérez, quien murió ayer a los 71 años. Incansable defensora del buen gusto, sus cursos de apreciación musical adentraron a mucha gente en el universo de las obras clásicas, permitiendo que creciera el acervo cultural.

Su muerte, luego de luchar contra el cáncer de pulmón, se produjo en el Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), donde estaba ingresada.

Y ese carácter docente que tuvo la ha hecho dejar este mundo en medio de una investigación sobre la música dominicana de la resistencia en momentos de represión como la intervención de Estados Unidos en nuestro país de 1916, la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo y los 12 años de Joaquín Balaguer.

“Ese libro está inconcluso y ahora no sabemos cómo se va a terminar porque ella tenía la mayoría de los apuntes”, explicó el periodista Arismendy Vásquez, quien la estaba asistiendo en esta investigación que los llevó a descubrir grabaciones de merengues desconocidos por el público de la época de Trujillo.

Cercano amigo de Catana, Vásquez recordó que este sería otro de los aportes que la musicóloga hizo a la memoria cultural dominicana, ya que aparte de sus cursos de apreciación, escribió varios libros sobre música y fue directora del Teatro Nacional Eduardo Brito.

De esa gestión valoró que fue Catana quien devolvió el carácter de seriedad a la institución, exigiendo más altos estándares de calidad y de los espectáculos que se presentaban en el teatro, en los aspectos de producción, pero sobre todo en lo artístico. De igual manera, se preocupó porque las funciones iniciarán a la hora pautada y que no se permitiera la entrada luego de iniciada la presentación.

Admiradora de la obra de clásicos como Wolgang Amadeus Mozart y Ludwig Van Beethoven, entre sus aportes está el que sus estudiantes le encontraran el amor a la ópera.

Una formación que llevaba en los últimos años no solo a adultos, primero en el Teatro Nacional,  y luego en el colegio Babeque, donde en el teatro Laura Beltrán los chicos habían bautizado sus cursos como “Spa Musical” y la llamaban Cat.

Desde hacía unos años Catana llevó sus conocimientos a niños de barrios  populares de Santo Domingo que comenzó en La Zurza, en un programa llamado “Ángeles de la cultura”, con el auspicio del Despacho de la Primera Dama.

Mocana, desde muy temprana edad mostró una inclinación hacia el arte musical. En una entrevista concedida a Patricia Solano explicó cómo a los tres años le regalaron un piano de juguete en el que podía tocar canciones de moda y resaltaba que “ahí comenzó ese amor que no terminará nunca”. Solo la muerte ha logrado acabarlo.

Estudió en la Escuela Elemental de Música y en el Conservatorio Nacional de Música. De ahí partió a Roma, Italia, al Conservatorio de Santa Cecilia, donde, gracias a una beca otorgada por el Gobierno de ese país, estudió tres años.

De allá vino casada y con el Título de Piano y Especialidad en Literatura Pianística Italiana, instalándose en Santiago, donde fue Directora del Departamento de Arte y Cultura de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PCMM).