Galletas, bollería, helados, snacks como patatas fritas, o comidas precocinadas como croquetas y empanadillas. Estos son los alimentos en los que es más habitual encontrar grasas parcialmente hidrogenadas, más conocidas como grasas trans, según explica la profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Alicia Aguilar. Y también los que tendrán que cambiar su composición a partir de ahora, puesto que el 15 de mayo ha entrado en vigor la normativa europea que limita la presencia de grasas trans a un máximo de 2 gramos por cada 100 de grasa. El Reglamento (UE) 2019/649 de la Comisión Europea establece un periodo transitorio de dos años para que las industrias puedan adaptarse a este cambio, que debe aplicarse a los alimentos destinados a los consumidores y a los minoristas.

 

Las grasas trans consisten en aceites vegetales ―más económicos que los de origen animal― a los que se añade hidrógeno a presión para conseguir que no sean tan líquidos y tengan una textura más fácil de manipular. Esta hidrogenación parcial también alarga la fecha de caducidad del producto.

 

Aun así, está demostrado que son incluso más peligrosas para la salud que las grasas saturadas, de origen animal: «Las grasas trans provocan los mismos efectos nocivos que las saturadas consumiendo una cantidad mucho menor. Por este motivo, es importante regular que su presencia en los alimentos sea mínima», explica Alicia Aguilar, investigadora del grupo de investigación FoodLab de la UOC.

 

El consumo de ácidos grasos trans aumenta los niveles de colesterol, sobre todo el colesterol LDL (colesterol malo), y, además, disminuye el colesterol HDL (colesterol bueno). De hecho, el consumo de grasas trans causa el doble de cantidad de colesterol malo que si se ingiere la misma cantidad de grasas saturadas. También hacen crecer la presencia de triglicéridos en la sangre, y son el nutriente que, cuando se hace una ingesta elevada, más aumenta el riesgo de sufrir enfermedades del corazón, que son la primera causa de muerte en la Unión Europea. La obesidad y la diabetes también están vinculadas a dietas ricas en calorías procedentes de grasas trans.

 

En la actualidad, para detectar la presencia de estas grasas hay que buscar la indicación «parcialmente hidrogenado» en las etiquetas de los alimentos. La limitación de uso para la industria alimentaria de la Unión Europea llega cuatro años después de que se prohibieran en Estados Unidos.